No hay placer mas grande que disfrutar de lo que te hace feliz: una comida, un perfume , un viaje , un amor. En esta ocasión les contaré acerca de mi profesión y como durante todos estos años ha sido una escalada de esfuerzo, pero de grandes satisfacciones.
Las mujeres a través de la historia siempre han estado ligadas al oficio de crear.
Desde Eva que estamos unidas a la aventura de seducir con una hermosa fruta. No por nada Blanca Nieves también cayó bajo el embrujo de una manzana. Y en la historia Jesús hizo milagro con las uvas y su derivado predilecto: el vino.
Durante los ochenta debí decidir qué profesión escoger, no fue fácil, en mi familia abundaban los agrónomos y en ese tiempo no era una opción femenina. Mi mamá fue muy asertiva con su intuición en aconsejarme.
Entré a la Universidad con una proporción de 90 a 10, hombres v/s mujeres. Saliendo de un colegio de monjas del valle, el impacto fue enorme; sin embargo rápidamente nos convertimos en las regalonas. Éramos mateas, constantes y siempre muy solicitadas a la hora de los exámenes.
La vida en la Universidad Católica de Valparaíso, fue plena y a los 22 años me gradué, en la época boom de la fruticultura en Chile, con las exportadoras en auge y rápidamente encontré trabajo.
Las uvas me encontraron
Llevo años dedicada a hacerlas producir: sanas , ricas , coloridas y que permitan ganancias a quienes invierten en ellas. Me han hecho viajar por el mundo: África, Europa, América, Oceanía y conocer otras culturas y personas.
En Chile inicié mi primer trabajo en el Valle de Aconcagua, luego por años haciendo florecer el desierto en Copiapó, hasta volver a la zona centro Sur por estos días.
La Agronomía me ha permitido conectarme con la gente del campo, con aquellos simples y grandes maestros en la vida.
He llegado con el tiempo a establecer rituales con mis parras, donde las cuido y protejo a cambio de sus frutos abundantes. Me han enseñado de los ciclos, del invierno necesario para la explosión de la vida en primavera, así como pasa con nuestros propios ciclos.
Pero por sobretodo mi felicidad ha sido completa porque el trabajo con la tierra me acercó a mi bien más preciado, mi gran amor , mi marido, quien también es Ingeniero agrónomo. Él se me apareció bajo la sombra de un durazno en una de esas calurosas tardes de Aconcagua y nunca más nos hemos separado. Tenemos dos hijos: Alexandra y Nikos a quienes hemos podido criar felices y con respeto por la vida y su entorno.
Hoy lidero Uvanova , una sociedad entre asesores y productores que buscan realizar una reingeniería en las uvas y asesoro en forma independiente a productores en todo Chile.
Trabajar con la tierra es trabajar con la esencia misma de la vida. Hoy el desarrollo de la tecnología es innegable. La población crece todos los días y sin embargo cada vez cuidamos menos los recursos naturales.
¡Cuidemos el campo, cuidemos nuestra madre tierra!
¡Sientan la conexión con ella!
Se sentirán felices y nunca solas.
Por:Carolina Cruz, agronóma PUCV y Presidenta de UVANOVA