Supongo que ya todas la han visto, así que es IMPRESCINDIBLE que comentemos esta serie que en poco tiempo se convirtió en una de las más vistas del año en Netflix y de la que ya han salido poleras, chapitas y gorros, entre otros productos que rondan por internet. Me refiero a la súper ondera y ochentera “Stranger Things”.
Yo la empecé a ver en la casa de mi mamá y en los primeros capítulos me transporté al tiro a la niñez. Y es que, cualquiera que haya crecido en los 80 o principios de los 90, inevitablemente recordará lo que hacía con sus de amigos del barrio, en esos tiempos en que el grupo iba a la casa y le decía a la mamá de uno “tía, la (ponga aquí su nombre) puede salir a jugar?”. Por eso, al principio pensé que esta serie, de la que ya hartos me habían hablado bien, apelaba a la nostalgia de los que crecimos cuando la calle todavía no era un lugar peligroso, ni había Whatsapp para ponernos de acuerdo a la hora de los encuentros, así que le dije a algunos papás con hijos nacidos post 2000 que vieran la serie con sus hijos, a ver si a ellos les enganchaba tanto como a los grandes, y la verdad es que también les gustó. Obviamente no encontraron los guiños a tiempos pasados que pillaron los papás, pero igual los entretuvo y los tenía en ascuas.
La serie, que hasta ahora no he dicho que de que trata, tiene como protagonistas a un grupo de niños que viven en un pueblo bien tranquilo, donde nunca pasa nada especial. Nunca hasta el día en que uno de los niños se pierde…
Ahí queda la escoba, porque la policía del pueblo no tiene mucha práctica en casos de desaparición y para peor, este no es un caso típico de la pérdida de un niño, sino que hay mucho más. Poderes sobrenaturales, asuntos que el gobierno quiere esconder, montruos y cosas raras que hacen que uno se empiece a comer las uñas, mientras los niños de la serie agarran sus bicicletas y deciden ir con todo a buscar a su amigo perdido.
Como son niños, son valientes, se olvidan de tener precauciones, que es lo que hacen todo el tiempo los adultos y ahí, a una en su casa le pasan 2 cosas: Primero, recuerda esos tiempos, en que todo parecía una aventura y había misterios que uno quería resolver y, dos, siente una tristeza profunda porque ese tiempo pasó y ahora esperaría resolver las cosas como lo hacen los adultos de la serie.
Si nos sobreponemos a esa nostalgia de haber perdido ese valor que uno sólo tiene cuando es niño y uno de sus amigos la está pasando mal, podemos seguir con la serie y fijarnos en otros puntos fuertes, de los cuales, yo rescataría el casting, de los adultos, pero sobre todo, de los niños. Los cabros chicos son encantadores y es imposible no querer ser su amiga y salir en bicicleta con ellos.
Otra cosa memorable es la música, que es súper ochentera y que prepararon para la serie con un grupo actual llamado Survive que usaba muchos sintetizadores en sus canciones, dándole el toque de esa época. También se escucha a TheClash y Bowie, entre otros.
Les cuento que, la serie tiene 8 capítulos (yo los vi en las noches de un fin de semana. Como estaba en la casa de mi mamá, ella se levantó un par de veces a decirme que era tarde y que había que apagar la tele, y eso fue la guinda de la torta para transportase a la niñez XD) y los hermanos Duffer, sus creadores, ya anunciaron segunda temporada. Así que sólo hay que esperar.
Si ustedes son de la época o quieren echarle un vistazo a las referencias que hay en la serie, tienen una lista gigante de películas para ver como “Stand By Me”, “ET”, “Los Goonies”, “It” “Alien”, “El Resplandor”,“Pesadilla” o “Tiburón”. Varias están en Netflix, así que…..
¡Partieron a ver tele!
Cariños,
Catherine Saavedra
Series y Películas