«Llegué al neurólogo con una cefalea tremenda, me decía que no sabía la causa. Me hicieron exámenes y continuaba igual. Antes de salir de su consulta el “doc” me detiene y pregunta: ¿hay algo que no quieres hacer?. Rompí en llantos, me quedé tumbada en su camilla y dije ¡no quiero casarme!» (el cuerpo y su somatización).
Durante los últimos años he estado trabajando con mayor énfasis en los trastornos de la voz. La voz, dicen es el sonido del alma, nuestra voz puede reflejar nuestro estado emocional; creo que por eso prefiero audios en whatsApp que lo escrito.
El aparato vocal es maravilloso, la coordinación muscular y respiratoria para formar ese rasgo distintivo que nos hace únicos se evidencia ahí, podemos estar lejos de alguien, pero al oír esa voz sabemos exactamente quién es, como escuchar un cantante en la radio.
Mi primera paciente con trastorno de voz venía por una parálisis cordal, producto de un pequeño corte en un nervio que hizo el doctor al trabajar en su tiroides, no fue un mal médico, aquello suele suceder. Posterior a eso comencé a recibir derivaciones de pacientes con patologías en su voz, entre ellas mi querida A.M.L Tan pronto como la conocí supe de qué se trataba, esa voz soplada, sin resonancia…
Mi trabajo consistió en dar pautas de higiene vocal, cuidar la voz y evitar conductas que van en perjuicio, como comer sano, hacer ejercicio… cuidar nuestro cuerpo. También hacemos trabajo de respiración, masoterapia, por la musculatura que está involucrada, postura y ejercicios vocales, mis pacientes refieren que nunca habían comprendido así la voz. Durante las primeras sesiones les explico cómo se produce la voz, todos se impactan con la fotografía de las cuerdas vocales, tengo una serie de materiales didácticos que ejemplifican su producción y me siento complacida de saber que mi paciente se va comprendiendo porque hacemos cada ejercicio y entonces toma importancia a su cuidado, de esa manera podemos partir ambas conociendo lo mismo. Siempre ocupo un poco de terapia de shock y muestro que pueda pasar si…. fotos con cuerdas no tan sanas.
Pero, esta vez el cuadro era un tanto diferente, tenía algo funcional y emocional. Aquí no trabajo sola, hago equipo con otra profesional para conocer los aspectos más profundos que generan que la voz decida apagarse, cómo callar lo que siente. Fue un trabajo bueno, hice mi parte y al poco tiempo comenzamos a conocer su
voz… un tono suave, pero con abundantes armónicos…
Un día le pregunte ¿Cómo está?, esa pregunta que ocupas tal prosodia que sabes bien que su respuesta no es un bien y tú. Me mira y dice, ¿Sabes que me pidió matrimonio hace tres años ya? … hoy no tengo cefalea, hoy se me apaga la voz. (sonríe y se despide).
Comprendí que el trabajo de la voz es más espiritual que otras áreas, desde ese día incluí en mí terapia otras técnicas y con los años, cada paciente que he tenido, confía en mí y generamos un vínculo. Cuando la voz se ve perjudicada, es invalidante, pero no lo saben hasta que les sucede, pero cuando se apaga porque nuestro cuerpo busca una salida a un stress o algo emocional, entonces ahí hay que ser más que Fono… debemos acompañar a esa persona para volver a recuperar lo que perdió y poder entonces decir lo que cayó.
Por Daniela Guzmán Baquedano,
Fonoaudióloga