“Y quizás el final feliz no incluye un tipo maravilloso: quizá el final eres tú, sola recogiendo los pedazos y volviendo a empezar. Liberándote para encontrar algo mejor en el futuro. Quizá el final sólo consiste en seguir. O quizá este es el final feliz: saber que a pesar de todas las llamadas y corazones rotos, a pesar de todos los errores y las señales mal interpretadas, a pesar de todo el dolor y la vergüenza, tú nunca, nunca perdiste las esperanzas.” (Extracto de «Simplemente no te quiere)
Esta vez escribo desde la inspiración de una serie de hechos que han coincidido este último tiempo, desde historias de amigas y de una película que vi hace unas semanas atráS, “Simplemente no te quiere”, la cual tiene que ver con algunas conductas aprendidas a lo largo de las generaciones, tanto por hombres como por mujeres, en cómo nos plantamos frente a las relaciones desde niñas, por ejemplo, “a todas nos programan a creer que si actúa como un idiota es porque le gustas”.
Comenzaré en la justificación de todas las actitudes y actos que realizan los hombres, y cómo nosotras llegamos a justificar y sentirnos casi culpables por pensar mal de ellos:
Error uno: No, no tenemos por qué andar justificándolos, somos adultos todos, y sí, ellos demoran mucho más tiempo en madurar que nosotras, pero la cosa es más simple chiquillas, el que quiere está, el que quiere llama, el que quiere manda un whatsapp, el que quiere busca, y el que no lo hace, ya lo sabemos, no está interesado, porque cuando uno quiere, quiere de verdad.
Error dos: dejar nuestra vida de lado, por si acaso…. por si nos llama, por si viene, por si va, por si aparece, por si todo, pero claro hacemos esto desde la inseguridad y la creencia de que si no estamos disponibles lo perderemos. Si lo llevamos a la realidad y lo miramos desde fuera, nos damos cuenta que estamos perdiendo nuestro tiempo, nuestro espacio y esa espera constante sólo genera angustia, pensar mil cosas que no son reales, imaginarnos que estará haciendo, con quien estará etc. y lo peor, es que ese tiempo no se recupera, nunca vuelve.
Error tres: idealizar al otro, pensar y ver a este otro como el perfecto, como que la relación nos hace uno, que todo lo que hace lo hace por “nosotros” donde quizás para él, sólo existe él y nadie más. Tendemos a poner nuestra atención en sólo lo que tenemos en común, cambiamos nuestras prioridades, justo justo ahora nos da por hacer deporte, ir al gimnasio y hasta comprarnos una bicicleta, cuando antes lo único que queríamos era estar en casa, cómodas, con nuestra serie favorita y un buen chocolate.
Ahora, antes de terminar, les hablaré a ustedes chiquillos, porque sé que nos leen y se hacen los lesos, van a pensar que somos unas locas, que le ponemos color a todo, pero ¡ojo! Que en una relación siempre hay corresponsabilidad, no es culpa, es la forma en la que hacemos las cosas y las señales equivocadas que enviamos, sea honesto, directo, no sé de tantas vueltas, vaya al grano, con cariño, con cuidado y siempre con mucho respeto, nos ahorraríamos tantos malos entendidos, y terminaríamos disfrutando todos del amor.
Chicas, esta vez creo que amerita y nos merecemos un capítulo dos, así que esto Continuará…
Nos leemos,
Natalia Araya
Psicóloga / Terapeuta Flores de Bach