00:25 hrs y Piñera pasa a recoger a Stefan Kramer en un «Uber helicóptero» para llevarlo al Festival de Viña del Mar… a penas «aterrizó» comenzó entregado sus imitaciones mejores logradas y con temas muy contingentes, como las molestias del Chino Ríos o el hijo que reconoció Sergio Lagos, y de ahí se fue por un tubo… siguiendo con todos los personajes del repertorio. Magnífica interpretación de su vida diaria, con la que en menos de 5 minutos el público ya había olvidado a Jamiroquai.
Una de las cosas que más me sorprende es la capacidad que tiene Kramer de imitar voces, caras y hasta cantar como sus personajes.
Un show rápido, entretenido y dinámico. Donde imitó cantantes, políticos y ¡hasta a sus hijos! El público disfrutó cada imitación y la capacidad de mantenerse al día, por ejemplo al burlarse del «premio» entregado a Miguel Bosé.
Luis Fonsi, Daddy Yanky, Osmani García y Romeo Santos fueron las imitaciones que más gozaron Gente de Zona y el público de la Quinta.
A los 55 minutos, luego de un resumen de las imitaciones que había hecho durante el show se da el primer desenlace que termina con Visa norteamericana para que Stefan vaya a Estados Unidos.
Magnífico como sin un gramo de maquillaje, Kramer logra mantener la atención del público y llevarnos a sentir que los personajes que imita están realmente sobre el escenario.
Recibió una gaviota de plata, algo que no me sorprende realmente.
En el regreso se rió de sí mismo, su vida matrimonial y la vida diaria. Terminando con un homenaje a Jorge González, donde se burló del público al propio estilo del rockero, y aprovechó de imitar varios cantantes nacionales, como Alberto Plaza y Pablo Herrera. Además de cerrar con Eddie Vedder.
Un emocionado Stefan Kramer recibió la gaviota de oro con lágrimas en los ojos. Así, este regreso que demoró 10 años deja una gran impresión en todos los que vimos esta tercera noche de Festival.
Mención especial se lleva Marcela, la intérprete de Lengua de Señas que fue capaz de llevar la rutina de Stefan a una comunidad de más de 800 mil personas.
Mariana Mesa