Es increíble lo que significa ser mujer. El otro día me detuve a pensar en eso y todo lo que hay detrás de esta palabra tan simple. Llegué un poco retrasada a la cita con el administrador del estacionamiento que arriendo y me dijo: “típico de las mujeres, siempre llegan atrasadas a todo, no se preocupe, me ha pasado muchas veces”. Hasta ese momento me deshice en disculpas por dejarlo 15 minutos esperando, pero cuando escuché eso sentí que tenía que hacer justicia de alguna forma, por todas nosotras: «las atrasadas».
Inmediatamente dejé claro que no había sido porque quería, sino porque tenía una hija a la cual tenía que dejar con alguien mientras volvía por la tarde a mi trabajo. Las personas que la cuidan – son mis padres – viven más bien lejos del centro y de mi casa, por lo cual me tomó más tiempo de lo habitual trasladarme, el tráfico, la distancia y en fin, ando corriendo todo el día….esa es la verdad.
Dudo que él o que cualquier hombre sepa de verdad lo que es “Correr todo el día”. Y lo peor de todo es que a una le corre la mente más que el cuerpo. Creo que ese es nuestro problema, o quizás sólo mío. No sé si me entienden. Mi mente corre más que mi propio cuerpo. Mientras manejo, voy resolviendo problemas rutinarios: qué cocino, qué tengo que lavar de urgencia, ¿hay verduras para la comida de mi hija?, ¿le guardé los pañales en el bolso?, ¿firmé la libreta de comunicaciones?, ¿tengo ropa limpia para mañana?, ¿hay pan?. Conduzco el auto, hago las camas, cocino, lavo la loza, le doy comida a la perra, sacudo los muebles, barro el patio, en fin.
Ese día que llegué tarde era mi primer día de trabajo después de vacaciones. Me costó mucho volver, regresar a correr, a andar apurada, atrasada, con el almuerzo en la garganta, con los bolsos a la rastra, pendiente del reloj – que había dejado de lado durante las vacaciones-. A veces pienso que las personas son muy rápidas para juzgar sin estar en los zapatos de una – sobretodo los hombres- ellos realmente no saben lo que es andar pendiente de todo, de todo, en serio. Ellos tienen esa facilidad innata de pensar sólo en lo necesario, en lo inmediato, en lo imprescindible…y punto. Pero bueno, volviendo al caballero del estacionamiento, él me respondió con un dejo de lástima y cansancio: “ uufff, me imagino que corre todo el día…”. Yo en mi mente le respondí: “Se imagina, claro , se imagina”. Sólo que ningún hombre tiene idea lo que es ser mujer.
Por:
Ophelia Zabala Samaniego
Psicopedagoga – Especialista en Aprendizaje