Puedo decir que ser Feminista es lo mejor que me pasó en la vida, porque sí, no me llegó de un ladrillazo como le pasa a algunas, sino que ocurrieron ciertos hitos destellantes que me hicieron develarme, comprenderme y significarme como una Feminista.
Recuerdo que en 2005 me encontré por primera vez con un texto de Margarita Pisano, arquitecta y feminista chilena, una abuela rebelde y lesbiana que escribía de forma brutal, provocadora y lúcida. Yo tenía unos 22 años y me hizo sentir por primera vez en mi vida que no estaba sola. Sobre todo, que no estaba LOCA.
Años después, en 2013, camino hacia mi trabajo, sintiéndome cansada y triste a pesar del lindo sol invernal que se asomaba detrás la cordillera nevada de Puente Alto, me puse a leer un libro para pensar en otra cosa. Traía conmigo “La Revolución Interior”, libro sobre Lola Hoffmann (escrito por su nieta Leonora Calderón) que me había tenido enganchada desde hace días, pero que no había terminado aún. Recuerdo haber llegado al capítulo sobre el patriarcado y haber sentido que el mundo entero se completaba como un rompecabezas y… Me puse a llorar. Sola en el metro, llorando cinematográficamente con un libro, conmovida y feliz. Por segunda vez en la vida había sentido una extraña sensación de cercanía e intimidad con un texto. Me había sentido comprendida, acompañada e incluso habitada por algo más grande que yo misma. Sentí que Lola me hablaba a MÍ. Que había escrito esas páginas pensando en MÍ, como si se hubiese dado el trabajo de poner en palabras algo que había venido sintiendo desde hace años, o toda la vida: Malestares en relación a lo que significa ser mujer, conformarse en pareja, ser madre y no perder la individualidad. Amar y no perder la libertad. Amar y no dejar de ser PERSONA.
En ese punto de mi vida, venía leyendo hace un rato a otras autoras feministas como Simone de Beauvoir, pero creo que fue ese día, sin ser Lola una declarada feminista, el día en que me di cuenta que SER FEMINISTA era algo que yo podía ser y que probablemente era algo que podía haber estado gestándose en mi desde siempre, sin saberlo; pude darme cuenta que desde que tengo uso de razón sentí malestar por situaciones y comportamientos que me involucraban directamente y que, por alguna razón invisible, yo no era capaz de verbalizar.
He seguido leyendo libros, leyendo a mujeres con la devoción adolescente con que escuchaba discos en los 90, y me he reconocido una y mil veces en estas nuevas heroínas de mi vida, esas que me develan verdades sobre el mundo y sobre mi misma.
A mis 30, necesito seguir admirando a las que vinieron a pararse en medio del mundo antes que yo, y a aprender sobre mujeres que envejecen e inspiran a otras, desde la sororidad, el amor y el ardor de la vida.
Y a ustedes… ¿Qué mujeres les inspiran a luchar por nuestro género?
Carolina Lagos Parra
“Autoras que me acompañaron, que me hicieron Feminista”
Viña del Mar