Soy una apasionada de las relaciones humanas. Me encanta ver escuchar, descubrir, aprender todo lo que hay detrás de las personas y como todo eso al conectar con nosotras genera cualquier cantidad de emociones, sensaciones, actitudes.
Me atrevo afirmar que si algo compartimos todas, es que las relaciones son complicadas pues no hay nada más cierto que aquello de que cada cabeza es un mundo, pero esto es lo que lo hace fascinante.
Entender que el otro existe porque tu estás ahí, que todo lo que piensas sobre él es solo la suma de tus creencias, experiencias y percepciones y que eso que odias o que amas solo está siendo un reflejo de ti mismo, es parte del proceso.
Por supuesto que la teoría siempre es más fácil que la práctica, pero tomar conciencia es el primer paso, internalizar que no estamos llenos de verdades sino de cosas en las que creemos y que lo que son y piensan los otros es tan válido y necesario como tu criterio.
Hace poco leía «Las siete leyes espirituales del éxito», que desde mi interpretación explica y da herramientas de cómo conectarnos con nuestra mejor versión. Cada capítulo desarrolla una ley y ofrece ejercicios para trabajarla. Uno de los primeros ejercicios de trata de no juzgar. Wooow, realmente un reto.
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Desde mi ingenuidad e intento por descubrir mi mejor versión realmente se me hizo difícil este ejercicio pero al menos me permitió darme cuenta con qué facilidad emitía algún juicio sobre absolutamente TODO lo que estaba a mi alrededor.
Como humanos llenos de egos solemos tener la necesidad de dar nuestra opinión sobre todo lo que sucede, lo cual es súper enriquecedor para el mundo, ya que de la crítica y el debate nacen los matices; sin embargo, el problema comienza cuando creemos que todo lo que decimos es una verdad absoluta y peor aún, cuando creemos que es importante y constructivo decirlo.
Una de mis más grandes creencias es que somos energía y que cada respiro que hacemos se conecta con el Universo, por lo que cada juicio que hacemos tiene un impacto directo en nuestra vida. Pienso que toda esa energía que usamos para juzgar la desaprovechamos en conectar con lo que realmente genera valor en nuestras vidas.
Por eso hoy te invito a intentarlo… a no juzgar ni hacer comentario que no generen valor al mundo. Por cada vez que te descubras haciéndolo, conecta tu energía con algo que sí construya; por ejemplo, cuando veas a tu vecina que está más gorda transforma tu pensamiento y conéctate con todo lo que quieres lograr ese día. Y así cada vez que ocurra.
No es fácil, al menos para mí no lo es, pero ha sido muy poderoso.
¡Conéctate con tu energía y cuéntame tu experiencia!
Nos leemos,
Faby Guaramato
Coach