Han sido bellos meses para Nosotras las mujeres que nos declaramos feministas. Durante este año como no ocurría hace mucho tiempo, hemos protagonizado un florecimiento de nuestras voces; no sólo se ha recuperado el hábito de reunión y encuentro entre mujeres, para organizarnos, contenernos o compartir saberes, sino que nos hemos hecho visibles como sujetas políticas en nuestras universidades, trabajos, comunidades y en la intimidad de nuestros vínculos.
- Círculos de Mujeres
Más de alguna de ustedes, lectoras con inquietudes feministas, debe estar adquiriendo la habilidad de intercambiar ideas y sentires con alguien que pone en duda y mira con sospecha, la lucha feminista. Más de alguna se ha develado como esa feminista rabiosa que polemiza en reuniones familiares o juntas con amigos. Pero más importante aún, creo que muchas de nosotras, estamos adquiriendo ese relevante y revolucionario hábito de alzar la voz en la diversidad de espacios por los que transitamos, ya sean públicos o privados. Nos tomamos las incómodas reuniones familiares y también nos hemos ido tomando la calle.
Hablar desde nosotras, de nuestras necesidades y desde nuestras identidades, es una forma de retomar el control; y más importante aún, es un ejercicio cotidiano que nos permite situarnos/posicionarnos en diferentes y nuevos espacios desde los cuales restituir nuestra posición de poder.
- Poder Femenino:
Empoderarnos, es un ejercicio cotidiano y personal. Nadie puede empoderar a otra persona, porque es un ejercicio de recuperación del control de la propia vida. Es reconocer la propia autodeterminación, es reconocer herramientas personales y tomar la decisión de desarrollar aquellas que necesito para resolver problemas.
Empoderarnos, es ganar confianza en nosotras mismas, es reconocer nuestro valor personal y es ganar autoestima. El empoderamiento en su esfera más íntima, se traduce en autoestima; y en tiempos de nuevas luchas feministas, adquiere una connotación social, y una aún más relevante (y a veces olvidada) connotación política.
Restituir nuestro propio poder, es saber situarnos en nuevos espacios, es posicionarnos dentro de nuestras comunidades como agentes para el cambio, para la transformación social. Es instalar nuestra propia agenda, es hacer visible las necesidades propias como las de nuestras comunidades.
- Autonomía feminista:
Por eso nos empoderamos cuando salimos a la calle a exigir una mejor ley de violencia dentro de la pareja o para exigir la restitución de nuestros derechos en la despenalización del aborto. Es agruparnos con otras mujeres para formar un colectivo, una ONG o un emprendimiento. Es movilizarnos desde lo que necesitamos ¿Autonomía? Es el primer paso, es saber tomar decisiones libres: Por ejemplo, decidir sobre nuestros cuerpos; terminar una relación tóxica y amar según nuestros propios términos. Cobrar lo que vale nuestro trabajo. Dejar un espacio laboral que nos daña para crear uno propio. Detenernos y dejar de vernos como seres únicamente productivos. Ahí está la autonomía, en el ejercicio autónomo de la individuación; en darnos una forma única, en ser las que somos, en buscar lo que queremos, siendo responsables y fieles a nosotras mismas y a nuestra comunidad.
En definitiva, es estar plenamente consciente de que somos nosotras las que creamos y construímos nuestras identidades. La autonomía es un bello ejercicio cotidiano de volcarnos hacia nosotras mismas desde la diversidad de contextos que nos habitan. Empoderarnos, recuperar el poder, es situarnos en el mundo para transformarlo desde lo que somos, desde esas identidades, por eso, mujeres… No nos detengamos, sigamos haciendo ruido e incomodando, osemos la rebeldía de ser y existir en nuestros propios y únicos colores.
Carolina Lagos Parra
@_Oya1